
Cinco de cada mil niños nacen con algún tipo de sordera. Los trastornos de audición en la infancia requieren una atención especial. La precocidad en su diagnóstico es vital para adoptar el tratamiento más adecuado y que el niño pueda desarrollar sus capacidades con normalidad.
Se calcula que cada año 2.000 familias se enfrentan al hecho de descubrir que sus hijos tienen un trastorno auditivo, según datos de la Confederación Española de Familias de Personas Sordas (FIAPAS). De éstos casos, se considera que aproximadamente unos 500 presentarán sordera profunda. La dificultad en el diagnóstico, especialmente en los primeros meses de vida, y la importancia de la detección precoz para tratar la pérdida auditiva cuanto antes y así favorecer un normal desarrollo de las capacidades del pequeño, hacen necesario un especial abordaje de estos problemas de salud desde las primeras semanas.
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