Pacto

Tú me darás tu asco, la resina
de tu tronco de hombre;
yo te daré el vacío,
la tierra prometida a los cansados
de esperar una luz.
Tú a mí, la sangre ajena,
ese templado río que te incita;
yo, a cambio, la segura
convicción de que puedes.

He de darte un remanso de metal, una orilla
de material asilo,
la ágil libertad de los dedos.
Serán tus manos como tercas ramas
o como insectos que obstinados ponen
su avidez en los frutos.

Tú puedes darme a trueque el tembloroso
llegar hasta las cosas,
el temor a la huída
de lo logrado, el miedo
al vivo resbalar del pez en fuga.

Podría revelarte si quisieras
cuánto los finos paños ocultan,
la caliente
palpitación del cuerpo joven: pieles
nunca tocadas, vahos
que impesable la carne
tornan,
la apariencia de eterna vida, el terco
respirar de los ríos interiores,
aflorados a campos de demasía súbita: una puerta
encallada en el límite, una exclusa
para verterte tú de ti, de todo.